domingo, 3 de junio de 2012

Despedida cual boda gitana (I)

El miércoles de camino a la oficina viví el carácter neoyorkino en persona y me quedé alucinada. Tenía call a las 9am y quería llegar antes de tiempo, por lo que cogí el metro. Después de entrar en el vagón, detrás de mí entraron un señor primero y luego un yuppie rubio, repeinado, trajeado, con móvil en una mano (en plena conversación) y la bolsa del gimnasio en la otra. La puerta se cerró justo cuando iba a entrar, de modo que el brazo de la bolsa del gimnasio se quedó dentro del metro y el resto del cuerpo fuera. Yo estaba un poco asustada: ya me imaginaba el metro arrancando y el yuppie arrastrado por la estación y luego por el túnel.

Después de unos segundos angustiada, intentando ayudarle a abrir la puerta junto al otro señor que había entrado detrás de mí y una señora, resultó obvio que el conductor del metro se había dado cuenta de que estaba ahí pillado y no arrancaba. El tema es que ni arrancaba... ni le abría. El resto del vagón se empezó a enfadar. Todos increpaban al yuppie que por su culpa llegarían tarde al trabajo. Yo tenía una call a las 9am... ¡pero estaba preocupada por el pobre hombre atascado! Una señora importada del Bronx, empezó a decir que alguien avisara al conductor. Señora: avísele usted que es tan lista. Se lo dije como pude al trajeado, que ni me podía oír casi desde fuera del metro. El colmo fue que un tipo se quejó en alto de que a nadie se le había ocurrido intentar abrir la puerta. Ahí ya me puse firme y le contesté muy seria. En primer lugar, odio a los que se quejan en alto para que te des por aludida y en segundo lugar, si el listillo no nos había visto intentar abrir la puerta con todas nuestras fuerzas, no era mi problema. Me faltó decirle "smartass", pero por mi cara y lo que le dije, ya le puse firme y ni hacía falta.

Luego el conductor del metro decidió pasar su momento divertido del día y, en lugar de abrir y dejar entrar al trajeado, empezó a vacilarnos a todos abriendo y cerrando la puerta a toda velocidad, de modo que el pobre yuppie no tenía ni tiempo para decidir entrar o salir y se volvía a quedar atascado. Furia de todo el vagón. Al final, entre el señor que estaba dentro, la señora y yo, conseguimos empujar su bolsa de deporte (y su brazo). El yuppie se quedó fuera del metro y, al poco, el metro arrancó. Fue el mejor resultado al fin y al cabo. Realmente, si fuera él, ¡mejor no ir en el vagón con todo ese odio flotando en mi dirección!

¡Cartelito de la nueva máquina de yogurt helado de la cantina!
El jueves fuimos a cenar a Rayuela, un restaurante latino en el Lower East Side que me habia recomendado mi jefe. Todo el mundo llegó hiper tarde: yo llegué la primera y llegué media hora tarde. Tuve que esperar otra media hora a las segundas: Stephanie y María. Luego llegaron Laura, Taro y Marcelo, que habían estado con Ritika en un rooftop.

El restaurante nos gustó mucho y comimos muy bien. Yo tomé una lubina que estaba buenísima. Me debo de estar haciendo mayor porque ahora pido pescado en los restaurantes. Estos son los últimos días con Taro, Stephanie y María, así que quería una cena de pocas personas y la verdad es que resultó un éxito: nos reímos muchísimo.

¡Los mojitos están muy ricos!
Taro intentando expresarse para decir "calamar" sin saber la palabra en inglés.
¡Yo lo adiviné a la primera!

Foto de Uh-Ah-Uh con la Estrella Galicia de Laura en NYC
y yo con las gafas de Taro
Taro, sin entender muy bien al principio
la broma de Marcelo:
"- It's your birthday!!
- It is absolutely not my birthday!"
Ahora ya sí

¡No lo sabía... pero esta fue nuestra despedida!
De vuelta a casa
El viernes fuimos a comer a Haru Stephanie, María, Olya (compañera de EY, de Bielorrusia) y yo. Comida de despedida.


Y a la salida del trabajo, más despedida: nos juntamos todos los de los desks en las copas de despedida a las que nos habían convocado Stephanie y María, en Sky Room. Conocí a Joey, de EY que ha estado en una especie de US desk (como lo que hago yo pero -de jefe y- en España, Italia y Francia) y ahora estaba de vuelta en Estados Unidos. Estuve también con Miguel, que se vino, y con Benjamin -amigo de Steph y razón por la que conocemos a Walter-, con el que no había coincidido casi hasta ahora pero que me ha caído genial.

Cuando ya se fue todo el mundo y nos quedamos unos cuantos sólo, nos fuimos a cenar a Breeze, el thai que tanto le gustaba a Giovanni en Hell's Kitchen (el restaurante lo los lycheetinis y cosmolychees).

Walter, Rob, Benjamin y Miguel
Las tres...
(Laura estaba con los de su cole)
Cuando estábamos en Sky Room había uno, cuya nacionalidad no revelaré, que estaba más solo que la una. Me dio bastante penita, porque yo estaba fenomenal, así que decidí medio integrarle y luego le dije que se viniera con nosotros a la cena. Pues no sólo era un raro, sino que estaba bastante borracho al parecer (Thabata en este momento estará pensando que nunca me doy cuenta de esas cosas). El caso es que cuando estábamos en medio de la cena (él estaba al otro lado de la mesa), cogió, se levantó y se fue. Sin más. Sin mediar palabra. Nadie sabe si pagó su parte o no. Tal cual.

Todos salían después de la cena, pero yo queria ir a la playa al día siguiente, así que me retiré a casa. Otra razón por la que me debo de estar haciendo mayor: ¿cuándo me he retirado yo pronto a casa? Después de despedirnos seguí caminando, estaba al lado de casa. Empezó a DILUVIAR. Tormentas de verano de NYC. Y mi paraguas en la oficina. Diluvio universal. Cogí un taxi a casa. Del taxi al portal me calé enterita. Entré partida de la risa y el portero al verme, no pudo evitar partirse también.


El sábado por la mañana nos fuimos a Long Beach, en Long Island. Una de las ventajas es que coges el LIRR (tren) en Penn Station y estás ahí en una hora. Nos dejamos de dramas como la vez que fuimos a Fort Tilden, que fue interminable.




Nos quedamos fritas, para variar. Qué gusto... Casi morimos arrolladas por la sombrilla de un señor que salió volando. Nos despertamos por los gritos que estaban colocados cerca. Menuda imagen el señor corriendo detrás de la sombrilla. No pasó cerquita... ¡menos mal que nos despertaron los gritos!




Nos fuimos cuando ya se nubló
Por la noche fuimos a Ink 48: siguiente evento de la despedida de Stephanie y María. Conocimos ya a Mauro, que sustituye a María en el desk italiano. Muy simpático, aunque el pobre estaba con todo el jet lag que se arrastraba de cansancio.


Un amigo de PWC de María
Nos encontramos con Enrico, amigo de Emiliano en Ink 48, con el que habiamos cantando canciones italianas en el cumpleaños de Emiliano. Estuvimos un rato charlando y luego nos fuimos todos a cenar a Trattoria Trecolori. No valía mucho especialmente, así que ni pongo el link. De este cena no disfruté especialmente. Para mi gusto, éramos un grupo demasiado grande.

Laura y yo nos fuimos luego a casa, queríamos descansar y el domingo queríamos aprovechar la mañana. Laura tenía clase en el gym a las 9am y yo quería ir a montar en bici en Central Park.

Nos hemos despertado a las 11.30am al final. Sólo me ha dado tiempo a desayunar y actualizar, así que cero planes esta mañana. ¡Voy a llegar pálida a Madrid! Laura ha investigado y en la planta 5 del edificio podemos tomar el sol (a la planta 3 sólo se puede ir si estás inscrito en el gimnasio).

¡Han cerrado Otarian, el vegetariano que le gustaba a Laura en la 8th Ave!
Leed los dos carteles: el blanco del restaurante y el amarillo de Sanidad.
Ahora, hemos quedado a seguir con la despedida de Stephanie & María. Continuará...

xoxo

1 comentario:

  1. En cuanto a la nacionalidad fantasma, apuesto por sueco!
    No vuelvas muy morena, KELBA!!!

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